Los costos de la guerra

Nuestra realidad política, humanitaria, ambiental, económica, psicológica, espiritual y social esta marginada por la base que nos ha dejado la historia por la que ha transcurrido nuestro país; por todos esos hechos de guerra y conflicto que aunque haya cesado la frecuencia que tenían los atentados públicos continuamos pagando los costos que nos ha dejado como personas, como familia y como sociedad porque nos afecta directa o indirectamente a todos.
Tanto los actos de guerra que muestran y hacen escandalo los medios de comunicación como los que han pasado desapercibidos por muchos han dejado huella, una marca que es difícil de borrar y que sigue causando daño y sufrimiento.
Uno de los casos que ha sido olvidado es precisamente el de la rochela el atentado que se hizo a los 12 funcionarios judiciales y que aún hoy en día las familias continúan proclamando  justicia para sus seres queridos.
En verdad son muchos los costos que deja la guerra. En primer lugar están los costos humanitarios, los cuales inciden en la vida de inocentes y a su vez en la de las familias desestabilizadas que pierden a sus seres queridos.  Así mismo, el TEMOR que manejan los grupos armados vincula forzadamente a la población. En otras palabras, dañan la integridad, la tranquilidad, la estabilidad y bienestar de toda una sociedad. Además estas situaciones por la tragedia que abarcan los hechos crean daños psicológicos en la salud mental de los afectados generando una fractura interna que no tiene cura. Y por los que tan solo se ven enterados por los hechos generalizan el conflicto y crean una mala imagen del país frente a otras naciones.
Por otro lado encontramos los daños ambientales, pues tanto los cultivos ilegales  como los escenarios de guerra maltratan y nos hacen perder la biodiversidad de nuestro país; dejando muchos campos a disponibilidad de uso ilícito y perdiendo una de las mayores riquezas con las que cuenta Colombia: su naturaleza.
Las amenazas, el odio y el miedo crean daños sociales. Para los cuales la población ve como salida pertenecer a un grupo armado ya que su PODER puede darles protección, esa misma que les ha sido arrebatada por otros. Ya sean por hechos como el desplazamiento forzado que les genera miseria y presión por sobrevivir en medio de la guerra; el secuestro que causa sufrimiento físico y psicológico, presión a las familias por la toma de decisiones que puedan mantener en vida a sus seres queridos.
Los daños económicos causan desequilibrio y desigualdad. No es justo que mientras sectores del país mueren de hambre, les hace falta educación y no tienen una vida digna  como lo proclama la constitución, se estén utilizando por otro lado 3.2 billones de pesos para la guerra. Así mismo dentro de los daños políticos la guerra limita y margina los espacios democráticos y se corre un gran riesgo para la actividad política como en años anteriores como sucedió con Gaitán.
La pérdida del sentido de comunidad, la afectación de la búsqueda de la trascendencia y deshumanización hacen parte de los daños espirituales que se generan en el país, además de crear desconfianza tanto interna con el gobierno como externa con otros países.
Sin embargo, la solución a los costos de la guerra no está en implantar mayores leyes y políticas, que si bien hacen falta para regular la normalización de la sociedad, se necesitan mayores índices de educación y protección. Educación que forme e instruya a toda la población sobre las problemáticas y generen soluciones objetivas y prácticas que nos ayuden a  formar en comunidad una sociedad estable mediante acuerdos y discusiones en los cuales se rechace el conflicto  y se reorganice la economía del país según las prioridades, formándonos todos a una política más activa y democrática. Y por otro lado  seguir las normas del Derecho Internacional Humanitario (DIH) que garantice la protección de toda la población, donde se pueda tener seguridad y confianza para ser parte del mejoramiento del país.
Es una guerra que nos afecta a todos, en la que estamos involucrados. La solución está en el trabajo como comunidad, en la unión para trabajar por el mejoramiento del país, en ejercer justicia y no cegarnos frente a los costos que hay que pagar por la guerra.


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