COLOMBIA Y SU ESFERA PÚBLICA
De nosotros nace el interés de rescatar nuestro proceso
público. Es importante tener una formación política y del ciudadano: tomar
conciencia de que lo público está ahí. Poder participar del manejo de lo
público es un derecho que tenemos (expresión) y es una responsabilidad de
nosotros adquirir los conocimientos para ser participes de ello. Necesitamos
saber de qué manera abordar lo público, haciendo que nuestra opinión cuente y
no se quede solo en intenciones o utopías. Realizando un seguimiento de las
ideas practicas que se conviertan en aplicables, haciendo que lo publico
funcione para bien.
Rescatar la memoria histórica nos sirve para observar
como ha sido el proceso de lo público y tener así una referencia. Y a través de
las experiencias de diferentes actores generar estrategias que nos permitan
hacer comparaciones de cómo enfrenta lo público un determinado grupo personas y observar qué se puede tomar de
cada experiencia para aplicarla al manejo de lo público en la actualidad.
El proceso de lo público se mantiene vivo debatiendo y reflexionando constantemente
sobre sus fundamentos, para generar distintas proyecciones, inquietudes,
distintas perspectivas que obliguen a generar nuevas ideas y diferentes caminos
que fortalezcan el conocimiento, aplicación y el ejercicio de lo público. Y así
se creen utopías de lo público que nos comprometan de manera individual y
colectiva.
Desafortunadamente en nuestro país, la percepción de lo
público se mira a través del lente oscuro de la corrupción, del clientelismo,
la politiquería, la violencia, la impunidad, la falta de cultura cívica, la
discriminación por etnia, género, orientación sexual, etc. y la apropiación de
lo público. Se supone que en Colombia
estamos bajo un gobierno democrático pero todas estas malas prácticas no
permiten que lo público se desarrolle como debería, ya que en nuestro mundo de
lo público predominan los intereses privados y la violencia (reproductora de pobreza). Es así como lo
publico interviene de manera mesiánica
(lo público como algo sagrado) y violenta. Lo público en Colombia se
considera desfigurado, abusado, comprometido y anómalo.
Todo esto sucede por la negligencia de las personas que
no ven más allá de su condición, por el desinterés de las personas en cuanto a
una formación ciudadana y una participación activa de ella.
Por otro lado podemos percibir también que los
colombianos estamos aburridos de todo esto y deseamos que nuestros dirigentes y
especialmente los que ejercen el poder central (presidente) comiencen a dar el
ejemplo y ataquen frontalmente estos factores negativos descritos anteriormente
para vivir en un mundo donde podamos reconocer, recuperar y promover la
valoración, el compromiso y la defensa de lo público, diferenciándolo de lo
privado, y entendiéndolo como el cumplimiento universal de los derechos
humanos, respetando y cuidando la intimidad propia y la de otros/as.
Tener
responsabilidad social, siendo mejores ciudadanos, frente a lo público y
la capacidad de tener una mirada integral sobre la realidad. De esta manera
mejorar nuestra participación en lo político y lo público, realizando así
propuestas colectivas para incidir en lo público, ejerciendo y controlando socialmente la gestión pública.
Contraponerse a la deshonestidad, la corrupción, el
favoritismo y la discriminación. Formas de violencia que obstaculizan la
participación de la personas en lo público.
Deberíamos volver al concepto básico, que cuando hablamos
de lo público, nos estábamos refiriendo a los espacios de realización del bien
común. Y así llegar al reconocimiento de
las múltiples expresiones del bien común como camino para el logro del
bien propio.
Reconocer y actuar con equidad, justicia social, transparencia, inclusión (un
mundo en el que todos cabemos), donde haya reconocimiento y respeto por la
diferencia, autonomía y equidad. Donde también se aprecie la cooperación y la solidaridad como bases de la sociedad.
Donde nadie se robe la plata de los impuestos, que la
gente respete la leyes, que nadie vote
por plata, y que los que gobiernen tomen decisiones por bien general y no
propio.
Existen pasos concretos en la realización del individuo
como parte de una transformación social cíclica en la que se vean involucrados
no sólo en el crecimiento social sino en sus propias percepciones sobre lo
público. De esta manera se nos propone una cadena sinérgica propicia para la
educación en cuanto a lo público a los ciudadanos en general. Primero es la
etapa de la descripción y sospecha en donde se empieza a estudiar lo negativo y
lo que podría ser cambiado de las instituciones actuales. Luego movilizar estas
sospechas a un colectivo más grande donde haya un intercambio de experiencias y
se fortalezcan los puntos individuales, siendo así, las percepciones
individuales se configuraran de acuerdo a las del colectivo generando una
transformación prometedora y llevando en un marco teórico percepciones
complejas que reflejen una transformación ideal en lo público. Este ciclo se
repetirá permanentemente pues el modelo de lo público siempre tendrá fallas al
igual que las percepciones individuales de estas.
Saber convivir en sociedad definitivamente es una
facultad que cada ser humano desarrolla de acuerdo a su interpretación sobre
ciertos aspectos sociales.
En primera instancia esta la parte femenina de una
sociedad. El saber convivir y evitar el odio y repulsión hacia el otro, y así
mismo tratar de implementar el amor y respeto desde el núcleo de dicha
sociedad, es decir, las familias. Así pues, estamos hablando de la reserva
ética que se cultiva a lo largo del desarrollo de la vida de cada ser humano
para sobre llevar la convivencia con los que pertenecen a su entorno social.
Del mismo modo, encontramos que deben existir ciertas instancias que
instauren el eje fundamental por el que se rige el aspecto público de la
sociedad: Los Derechos Humanos. Estos parámetros tratan de forjar lo que
conocemos como un “mundo redondo” en donde se pretende lograr una estabilidad
social evitando la desigualdad entre los miembros que lo conforman y acercándose
a lo que anhelamos como una sociedad feliz.
Algunos de estos derechos fundamentales por los que se
rigen las bases éticas de una sociedad se fundamentan en la vida, la familia y la salud. Pues ningún
ser humano debería ser marginado por dichos derechos ya que a partir de ellos
se establecen las relaciones de respeto y fraternidad en convivencia con el
otro. No obstante, la realidad se aleja de este ideal, pues en el caso de la
salud es claro que es un derecho marginado por lo privado, por las condiciones
económicas de una persona y por el poder que maneje frente a la sociedad. Así
mismo, sucede con los otros dos; nuestra sociedad actual se rige por lo
privado, por el capital, por el poder que fundamente la vida y la capacidad de
sostener una familia dentro de una sociedad consumista.
La sociedad colombiana se ha basado en un gobierno que
tiene como propósito principal el hecho de abogar por los derechos de los
ciudadanos e función de su bienestar y así mismo hacer cumplir las leyes para
evitar que la libertad de un individuo se extienda desmedidamente y llegue a
perjudicar a terceros, además de enfatizar en el hecho de que las riquezas se
han de distribuir de forma ecuánime y de la misma manera se otorgaran los
poderes políticos, esto se hace manifiesto
en el articulo 1 de la Constitución Política de Colombia.
“ARTICULO 1.
Colombia es un Estado social de derecho, organizado en forma de República
unitaria, descentralizada, con autonomía de sus entidades territoriales,
democrática, participativa y pluralista, fundada en el respeto de la dignidad
humana, en el trabajo y la solidaridad de las personas que la integran y en la
prevalencia del interés general”.
Este concepto se ha mantenido durante muchos años, pero
infortunadamente no ha salido de la teoría, quizá esta particularidad se ha
presentado a razón de que un solo dirigente no puede mantener a todo el pueblo
contento, o las cosas no marchan de la mejor manera por la corrupción. Esta
perversión se genera en el momento en el cual un ciudadano normal se hace
responsable algún cargo gubernamental (aunque no es el único ámbito en donde se
evidencia la corrupción), pues a los
funcionarios públicos no les basta con un salario que supera en millones al
devengado por un obrero, sino que se pagan de mas extrayendo miles de millones
de pesos del erario que cada individuo se ha esforzado por producir, pero no
puede conservar para su subsistencia ya que debe confiar su capital al gobierno
mediante el pago de impuestos, los cuales en su mayoría son cuotas abundantes
como para que una sola persona pueda lidiar con ellos y sumando los aportes de
todo el país son cifras con mucho ceros a la derecha que posteriormente han
sido invertidos en la ciudadanía y allí la cifra se maquilla haciendo parecer
que va el caída libre, pero sin embargo los gobernados no pueden ser testigos
de un progreso, pero si de una serie de reformas legislativas que nos joden a
todos menos a quienes las implantan.
En teoría, una vez más, las leyes nos cobijan a todos pero
en la vida real ya no hay ni dios ni ley que pueda hacer cumplir las pautas de
respeto y solidaridad hacia los demás, mas bien la desigualdad origina
situaciones de las cuales todos somos victimas invisibles que formulan sus
propias leyes y derechos, pero al ser ejercidas estas nuevas pautas son objeto
de critica y son llevadas a juagados donde (valga la redundancia), se juzga a
las personas por no haber seguido el modelo de justicia planteado por el
gobierno que solo en el momento de reprochar maneras de proceder impulsadas por
la inequidad y desesperación es efectivo.
Sin embargo no todo se ha echado a perder, aún quedan
personas que independientemente de su estatus social (bien sea alto o bajo),
son capaces de luchar con imparcialidad, hacer borrón y cuenta nueva aún con
todo lo que ya se ha visto por parte de el pueblo y quien lo gobierna, pueden
aceptar una redistribución justa de los bienes y servicios y el ejercicio y
respeto por unas nuevas leyes que verdaderamente respalden a todos. Aquellos no
son prefectos, pero están dispuestos a ser parte de un cambio que no sería tan
utópico si tan solo hubiera una voluntad colectiva y ganas de trascender de la
primacía de la materia, a lo humano como base estructural de la sociedad.
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